
Este 11 de octubre, la Universidad Nacional de Asunción (UNA) se pone a la altura de las más pequeñas para reflexionar acerca del Día Internacional de la Niña. En ese sentido, desde la universidad más grande del país se trabajan iniciativas de extensión universitaria destinadas al empoderamiento de los sectores más vulnerables de la sociedad, entre ellos a las mujeres y a las niñas.
La protección del entorno donde crecen las niñas, el acceso a una educación integral y de calidad y el apoyo en sus iniciativas son puntos claves para lograr un desarrollo pleno. Las niñas y adolescentes tienen derecho a una vida segura, educada y saludable a lo largo de sus vidas.
La problemática de género no es una exclusividad del mundo de las adultas, las niñas también sufren, constantemente, diversos tipos de violencia en los espacios donde se desarrollan y es nuestra responsabilidad luchar por la igualdad de derechos y un mundo más justo.
En un mundo cada vez más digitalizado, globalizado y, a la vez, tan fragmentado, la censura que reciben las niñas con respecto al acceso a internet o, tan siquiera, a su uso rompen con la finalidad de la web de crear un espacio más inclusivo.
Mayor brecha digital para ellas
“Casi 1 de cada 4 niñas de entre 15 y 19 años en todo el mundo no recibe educación, empleo o capacitación, en comparación con 1 de cada 10 niños”, sostiene la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en su portal.
Durante la pandemia, el acceso a internet se hizo una necesidad en todos los niveles de la sociedad. Las instituciones educativas que pudieron adaptarse a los cambios e impartir clases a distancia de manera sostenida exigían el uso de teléfonos inteligentes y de la red, esto develó la situación de muchas niñas en el acceso al nuevo sistema en línea.
A pesar de esto, muchas niñas y adolescentes, respaldadas por adultas y adultos comprometidos han logrado sortear los límites impuestos por sociedades machistas. El logro de estas niñas empoderadas, emprendedoras y líderes se traducirá en mujeres libres y sanas.
Nuestra responsabilidad es defender sus derechos por un futuro más equitativo para la mitad de las personas que vivimos en el planeta y de esta forma aumentar, exponencialmente, la capacidad de resolución de problemas que nos aquejan como humanas y humanos.